HISTORIA DE LA FAMILIA FRITZL

En abril de 2008 una mujer de 42 años llamada Elisabeth Fritzl llegó a una estación de policía de Austria con esta terrible historia. Decía que llevaba 24 años secuestrada por su papá, Josef Fritzl, en el sótano de su casa lugar donde también había dado a luz a su hijo el cual hasta ese entonces nunca había visto la luz del sol

Todo inició en 1977 cuando Josef empezó a maltratar y golpear a Elisabeth, que en ese momento tenía a penas 11 años, cuatro años después su padre arrancó con la construcción de lo que se  convertiría en la prisión para su hija. Fritzl pidió un permiso para ampliar su edificio de departamentos, y construyó una sección escondida en el sótano de la que nadie, ni su esposa ni las autoridades, sabía.

Elisabeth
(Elisabeth. Cortesía The Guardian)

La equipó con un baño, una parrilla, una cama y un refrigerador. El cuarto estaba tan escondido que había que pasar 8 puertas, incluyendo 2 reforzadas de forma electrónica, para llegar a él.

Cuando tenía 17 años Elisabeth trató de huir de casa, pero en menos de tres semanas la policía la encontró y la regresó a sus padres. Posteriormente Josef le pidió a su hija que lo ayudara a llevar una puerta al sótano. Ahí la encerró en la prisión que había diseñado para ella. Elisabeth no salió de ahí en 24 años incluso fue en ese lugar donde tuvo a su hijo.

Elisabeth
(Elisabeth. Cortesía The Sun)

Durante todo este tiempo Josef visitaba el sótano cada tercer día para llevar comida y otras cosas necesarias a su hija. La obligó a escribir cartas que decían que había huido de casa, y que daban a entender que se había unido a un culto. Josef llevó estas cartas a la policía, porque su esposa reportó a Elisabeth como perdida.


La casa de los Fritzl
(La casa de los Fritzl. Cortesía AFP)


En abril de 2008 el hijo de Elisabeth enfermó y Josef accedió a llevarla al hospital. Elisabeth lo ayudó  para sacarla del sótano, y esta fue la primera vez en 24 años en que puso un pie afuera de la habitación. Josef la obligó a regresar a su celda.

Los doctores se dieron cuenta de que algo estaba mal, y alertaron a la policía. Cuando la policía se enteró de todo no lo podían creer.

Su historia es tan difícil de escuchar que, en lugar de que diera su testimonio en persona, Elisabeth lo grabó, y durante el juicio de Josef Fritzl se la tuvieron que pasar al jurado por partes.


Josef Fritzl
(Josef Fritzl. Cortesía AP)

Este es uno de esos casos en los que la locura de la realidad supera por mucho a la ficción.

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